Por Klaus / Foto: Henri Cartier-Bresson (Francés)
Y, sin embargo, no dedicamos suficiente tiempo a lograr la armonía y el equilibrio en nuestras vidas que se derivan de la belleza.
Como ha señalado W. David O. Taylor, “la capacidad de fabricar fealdad abunda, ya sea fealdad material o moral, en cada uno de nosotros, no importa que seamos grandes o pequeños pecadores. La fealdad verdadera nos enferma el alma. Nos deforma. Nos deja embotados. Y no exageramos demasiado cuando llamamos a la fealdad uno de los tres antifrutos de la rebelión humana, junto con la mentira y la maldad.”
Hagamos un esfuerzo y superemos esta característica que a ratos (largos) nos acompaña. Busquemos la belleza en lo cotidiano: en una buena conversación, profunda y que nos conecta con un amigo(a); en una sonrisa generosa; en la satisfacción de un trabajo bien hecho; en un plato de comida bien preparado y servido con estilo; en un aporte positivo al grupo que nos rodea; en una mirada esperanzadora.
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